Por Daniel Campione
Desde el combate en el plano internacional contra el fascismo y el nazismo hasta el trabajo cotidiano con los metalúrgicos de La Matanza, Raquel Levenson transitó más de cuatro décadas de militancia ininterrumpida. La universidad, la educación partidaria y los barrios fueron también escenario de sus combates cotidianos.
Numerosos comunistas argentinas y argentinos fueron a España para dar apoyo al esfuerzo de guerra contra el fascismo. Viajaron varias mujeres, a algunas de las cuales ya nos hemos referido. Raquel Levenson fue una de ellas. Se dirigió a la península ibérica siendo muy joven, con poco más de 20 años.
Los inicios en Córdoba y Avellaneda
Pese a su juventud ya tenía por entonces vasta trayectoria como militante. Su compromiso político surgió a los 14 años, poco después de trasladarse a Córdoba. Raquel ingresa a la Federación Juvenil Comunista. Su hermano Gregorio ya estaba integrado a esa agrupación.
Con él reparten volantes en la fábrica de aviones cordobesa, como parte de un trabajo centrado en el proletariado fabril. Interesada por la economía Ingresa a la facultad de ciencias económicas de la universidad local. En ese ámbito su hermano se hallaba a la cabeza de la filial Córdoba del movimiento estudiantil comunista Insurrexit.
Eran los años de mayor radicalización ideológica y política de los partidos comunistas, los de “clase contra clase”. El activismo estudiantil de ese signo peleaba por introducir la lucha de clases en el campo universitario y oponerse por todos los medios a las corrientes que consideraban reaccionarias. Los dos Levenson dedicaron parte de sus empeños a esa brega estudiantil.
Sin terminar su carrera Raquel, que había nacido en San Fernando, regresa al gran Buenos Aires, siempre con Gregorio. Viene en búsqueda de trabajo y lo consigue en una empresa de calzado en el partido de Avellaneda. Hay testimonios de que en su paso por esa localidad se destaca como organizadora y oradora de la juventud comunista. Junto a su hermano organizan el Centro de Estudiantes Universitarios de Avellaneda.
Siempre destacó como oradora. Cuando los trabajadores del frigorífico o de talleres metalúrgicos salían de sus trabajos, lanzaba fogosas arengas que llamaban a la organización del proletariado y la lucha por el socialismo.
Según el testimonio de Gregorio: “…en nuestra actividad de agitación y desafiando el terror de Justo, organizábamos mítines callejeros en los que mi hermana Raquel era la oradora infaltable, subida a un cajón, custodiada por una guardia de autodefensa integrada por rusos y polacos (…) antes de que llegara la policía, ya habíamos desaparecido. Aunque no siempre fue así, más de una vez nos sorprendió a mitad del acto y la guardia, con una fidelidad a toda prueba, contenía a los esbirros mientras nosotros huíamos cuando podíamos”.
Cabe señalar que esas actividades se desenvolvían bajo gobiernos represivos, tanto el nacional de la llamada “Concordancia”, como el de la provincia de Buenos Aires, encabezado por el ultraconservador Manuel Fresco. El PC no gozaba de legalidad y las acciones militantes implicaban un riesgo permanente de detención, vejámenes y torturas. Eran tiempos de la Sección Especial de la policía, dedicada al “combate al comunismo”.
La militancia se extendía también a labores culturales. Con Gregorio se suman a la Biblioteca de Estudios para Después del Trabajo, en Avellaneda. Allí se realizan cursos, se invita a destacados conferencistas y se difunde parte de lo mejor de la literatura universal. Un exponente claro de la vocación por el trabajo cultural de la izquierda de la época.
El máximo responsable del trabajo juvenil comunista en esa zona era Juan José Real, con quien Raquel estableció una relación afectiva. Junto con Real decidirían tiempo después el traslado internacionalista de ambos a tierras hispánicas para la defensa contra los golpistas. Salieron para España en abril de 1937.
En España contra el fascismo, en la U.R.S.S. contra el nazismo
Una vez allí, Levenson realizó tareas de organización en las juventudes socialistas unificadas (Jsu) por diferentes lugares de España. Las JSU provenían de la fusión entre las organizaciones juveniles del partido comunista y del socialista. Una vez unidas existió un predominio muy fuerte de la línea comunista.
También se desempeñó en el comité central de la Unión de Mujeres Antifascistas. Durante la lucha alternó estadías en Madrid con visitas a los combatientes de pueblos cercanos a la capital.
Al final del conflicto, embarazada, salió el último día de la guerra por el puerto de Alicante. Un gesto del capitán del barco británico Stanbrook la salvó de quedar en tierra a merced de los fascistas. Tal como les ocurrió a millares de españolas y españoles que buscaban salir del país. Al notar su estado el comandante del navío, a punto de zarpar, bajó la planchada para que ella subiera. Todo en medio de los ataques de aviones fascistas.
El buque la dejó en Orán, Argelia, y de allí pudo partir hacia la Unión Soviética, donde se desenvolvería otro período decisivo de su trayectoria social y política. Por su condición de cuadro comunista un barco la condujo hacia Odessa. Se estableció en Moscú con su hijo Alberto y fue incorporada a la llamada Escuela internacional de marxismo-leninismo, dirigida por Georgy Dimitrov, autoridad decisiva en el movimiento comunista de esa época.
En ese instituto se formaban cuadros de diferentes países y en particular de los latinoamericanos. Estuvo en funciones desde 1926. Allí se brindaba una enseñanza muy intensa y exigente, pensada para “revolucionarios profesionales” dedicados por entero a la vida de partido, tal como sin duda lo era Raquel.
Ya con el ejército rojo en guerra es trasladada a orillas del Volga para ser instructora político-militar de las tropas. Durante la resistencia de Moscú al asedio de las tropas nazis toma parte en las tareas civiles que permiten la organización y la subsistencia de quienes vivían en la ciudad.
Las amarguras de la derrota profundizaron el distanciamiento preexistente entre Raquel y Real. Tanto en la militancia como en la vida cotidiana tomaron rumbos diferentes. Esa distancia se vio ratificada luego por los itinerarios políticos respectivos.
Real fue expulsado del PC, siendo secretario de organización del partido, a principios de la década de 1950. Se lo acusó de haber conducido a esa fuerza a una política concesiva frente al peronismo. Levenson continuó con su actuación partidaria comunista hasta el fin de su vida, como veremos más adelante.
De regreso al país y a la organización estudiantil y obrera
En 1947 Raquel retorna a Argentina. A esa altura ya contaba con un gran bagaje político: La actuación como oradora en Dock Sud, Sarandí y otros barrios obreros de Avellaneda. La animosa participación en la guerra de España hasta el final del conflicto. Y último y no menos importante, el rol jugado en la defensa de la Unión Soviética frente a los nazis.
En nuestro país se la incorpora al secretariado nacional de la Federación Juvenil Comunista. Gregorio, con el que había desenvuelto codo a codo buena parte de su vida política, había sido expulsado hacía poco del PC. El motivo fue su adhesión al peronismo, en el que permanecería desde entonces. La diferente posición frente al naciente movimiento político afectó la relación entre los dos hermanos.
Durante los años del primer peronismo actúa en un frente de masas llamado Unión Patriótica de la Juventud. También en relación con la Federación de estudiantes secundarios de Buenos Aires. La integran a la comisión nacional de educación del partido y luego es designada a cargo de educación en la provincia de Buenos Aires.
Más tarde vuelve al trabajo territorial y local, esta vez en La Matanza, como secretaria general del PC en ese municipio. Allí retoma la relación con la actividad gremial y asume tareas en una coordinadora de comisiones internas metalúrgicas de esa localidad.
Ya arribada la dictadura del general Juan Carlos Onganía, participa en la organización de comisiones fabriles antidictatoriales, siempre en La Matanza. Así forma parte del vasto y diverso espacio de protestas y rebeliones que desencadenarán el fin del “onganiato”.
A mediados de 1967 vuelve a la U.R.S.S. y pasa una temporada allí. Escribe artículos elogiosos sobre las realizaciones económicas y políticas soviéticas para periódicos partidarios argentinos como Nuestra Palabra y Frente Único. No permanece allá mucho tiempo y regresa al país y a La Matanza con el ímpetu que generaba el declive irreversible de la dictadura y la radicalización de las luchas en todo el país.
Raquel no contó con mucho tiempo más para batallar en el proceso social y político. A principios de la década de 1970 le diagnosticaron un cáncer imposible de contrarrestar y murió en 1971, a los 56 años. De ese algo más de medio siglo de vida, había pasado 42 años en una militancia ininterrumpida, desde los albores de su adolescencia.
El legado y la memoria
El movimiento estudiantil reformista de Córdoba y la lucha contra sucesivos gobiernos fraudulentos y dictatoriales habían marcado su adolescencia y primera juventud. Las luchas obreras concentraron su atención en dos etapas diferentes y en distintas zonas del Gran Buenos Aires. Se enfrentó al fascismo en España y en tierras soviéticas. Las tareas educativas y de formación ideológica fueron otra de sus pasiones.
Valga el tributo para una vida transcurrida en el seno de combates inclaudicables. Felizmente no ha caído en el olvido. Al año siguiente de su muerte se publicó el folleto Raquel Levenson, ejemplo de mujer revolucionaria argentina, que puede conseguirse hasta hoy.
En el Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas, editado por CeDINCI puede hallarse una entrada con su nombre que brinda amplia información, escrita por Damián Nabot.
Algo similar ocurre en el diccionario de voluntarios argentinos de la guerra civil española que es obra de Jerónimo Borágina. Hace muy poco, en mayo de 2025, el semanario comunista Nuestra Propuesta le dedicó un artículo recordatorio titulado Nuestra gran Raquel Levenson, de autoría de Emilia Segotta.
Es un camino que debe continuarse y profundizarse, como con tantos otros militantes, para que sus nombres no se borren de la historia.
Enlace de la página original: https://huelladelsur.ar/2025/10/03/una-militante-comunista-de-todas-las-luchas/


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