domingo, 26 de octubre de 2014

Vivir de Pie. Las Guerras de Cipriano Mera

Este largometraje documental narra a través de documentos inéditos la odisea de un trapero y cazador furtivo que se hizo albañil sindicado en la UGT y se convirtió en revolucionario y hombre de acción de la CNT. Es la vida del albañil que llegó a mandar en el IV Cuerpo de Ejército en la Guerra Civil española y venció a los generales italianos; y del General que retomó la paleta pero mantuvo su objetivo: matar a Franco. También es la historia desconocida de un camarero, un sastre, un ferroviario, .... que en sus dobles vidas eran El Viejo, La Leona, El Fraile... La vida de aquellos que enarbolaron las banderas de la Libertad y osaron a soñar con un mundo nuevo.

Este documental explora la personalidad de Cipriano Mera, los ideales y hechos de una época que hicieron de su vida una gran aventura de la utopía y de él, un protagonista privilegiado del viaje de la historia.

Fue creado y realizado en 2009 por la productora valenciana independiente de cine y televisión Los Sueños de la Hormiga Roja.

En el largometraje aparece nombrada la militante argentina Mika Etchebéhère.





domingo, 19 de octubre de 2014

"Pilar Sánchez Fernández, una mujer en guerra" por Diego Naselli

Entrevista exclusiva a Pilar Sánchez Fernández, española afiliada a la CNT y costurera de uniformes para los defensores de Madrid. Sobreviviente de la Guerra Civil española y emigrada a Argentina junto a su esposo, Florencio Alonso Vega.
Durante la República española, las mujeres recibieron derechos políticos y sociales que les habían sido negados anteriormente pero, con el estallido de la Guerra Civil, las españolas adquirieron nuevos roles y se movilizaron para luchar a favor del gobierno leal. Enroladas como milicianas, se convirtieron en el símbolo de la lucha contra el fascismo y pelearon junto a los hombres en los diferentes frentes de batalla. Para marzo de 1937, el papel de las mujeres en el bando republicano cambió y fueron trasladadas a la retaguardia para realizar actividades de asistencia social.

lunes, 13 de octubre de 2014

La Guerra Civil Española y la polarización ideológica y política: la Argentina 1936-1946 por Luis Alberto Romero

Resumen
En la Argentina, la Guerra Civil Española conmovió fuertemente a la colectividad española y a la sociedad toda, que se movilizó en ayuda de uno u otro bando. La mayoría, de tradición liberal, democrática y reformista, adhirió a la República, pero los partidarios del franquismo constituyeron una minoría importante, reclutada principalmente en el pujante antiliberalismo católico y nacionalista. En este artículo se analizan sus repercusiones en la política, su traducción y adaptación a las circunstancias locales. En particular se siguen las alternativas del frente antifascista. Este
fue muy fuerte en el campo cultural e intelectual, donde los emigrados republicanos españoles tuvieron una fuerte presencia. En ese proceso hubo dos momentos de quiebre importante: el golpe militar de junio de 1943, que fue interpretado como el triunfo del fascismo en la Argentina, y la elección de Perón en 1946, un heredero del golpe militar que sin embargo reclutó apoyos en los sindicatos obreros, que hasta entonces habían apoyado el antifascismo. Explicar este final paradójico es la intención de este artículo.

Descargar artículo completo:Romero, Luis Alberto, La Guerra Civil Española y la polarización ideológica y política: la Argentina 1936-1946, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura * vol. 38, n.º 2 - jul. - dic. 2011 * issn 0120-2456 * Colombia * págs. 17-37.

TESIS DOCTORAL: LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Y LA POLITICA ARGENTINA por Silvina Montenegro


Esta tesis estudia el entramado político argentino de la segunda mitad de la década de 1930 poniendo el foco del análisis en la movilización que floreció en ese país en torno a la guerra civil española. La elección es intencionada, porque creemos, e intentaremos demostrarlo a lo largo de las próximas páginas, que una serie de problemas del campo político e ideológico argentino de aquellos años cobraron cuerpo gracias a que la particular recepción de la guerra de España les dio unas herramientas, un lenguaje y unas formas de expresión.
 Por ello, no es el conocimiento del apoyo argentino a los bandos enfrentados en la península la motivación principal y única que anima nuestro análisis, sino una perspectiva de más largo alcance: estudiar cómo una problemática coyuntural y en principio ajena a las fronteras nacionales, pudo contribuir a la configuración de una renovada y duradera cultura política. La conceptualización de este término ha sido desarrollada y afinada por una nutrida bibliografía, como Lucian Pye, René Remond, Serge Berstein o François Sirinelli.
Apoyándome en ellos, pero ajustándola a mis propios intereses, he construido una definición de cultura política que la entiende como el conjunto de prácticas, ideas, sentimientos, percepciones e imágenes que ordenan y dan significado a un proceso político y que configuran las pautas de comportamiento en un sistema político. De alguna manera podríamos decir que contribuyen a la conformación de una tradición política.

Descargar tesis completa: Montenegro, Silvina, La guerra civil española y la política argentina, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 2002

jueves, 9 de octubre de 2014

España Republicana, una lectura de la Guerra Civil desde Argentina

María Teresa Pochat
Universidad de Buenos Aires

Olivar v.7 n.8 La Plata jul./dic. 2006

Resumen
España Republicana fue el órgano de prensa del Centro Republicano Español de Buenos Aires que, entre 1918 y 1964, resultó un medio esencial para la comunicación de las noticias de España en materia política, cultural, económica y social. Además de constituir un ámbito de información, dio lugar al diálogo entre entidades españolas de la Argentina y sirvió como vehículo a la hora de reunir material de ayuda en los momentos más duros de la Guerra Civil y de la posguerra. En sus páginas, las personalidades más destacadas de la II República aparecen como protagonistas, con sus alocuciones citadas en discurso directo, en plena toma de decisiones y, muchas veces, como firmantes de colaboraciones dedicadas en exclusiva a ser publicadas en el periódico. Dada la importante función que cumplió España Republicana durante la Guerra Civil, hemos creído útil dar a conocer en este número mono-gráfico los detalles de un trabajo que formó parte de un amplio proyecto de investigación de archivos que desarrolla el Ministerio de Cultura español, en colaboración con la Fundación "Claudio Sánchez-Albornoz". En síntesis, la tarea consistió en la microfilmación y elaboración de un índice comentado de cada uno de los más de mil números disponibles de la publicación, con un detallado registro de contenidos, onomásticos e instituciones, entre otros aspectos considerados, a fin de facilitar a los investigadores de todo el mundo la localización de los datos de su interés.

Descargar artículo completo: Pochat, María Teresa, "España Republicana, una lectura de la Guerra Civil desde Argentina", en: OLIVAR v. 7 n.8 La Plata jul/dic. 2006

lunes, 6 de octubre de 2014

Rodolfo González Pacheco: Luchador social anarquista, dramaturgo y periodista

Por Carlos Solero - El Ciudadano y la Gente web - 17 marzo 2014

Rodolfo González Pacheco hizo de su escritura una herramienta para despertar conciencias y animar al cambio.

Simón Radowitzky junto a Rodolfo González Pacheco
Si para alguien en estas tierras la escritura no fue un mero pasatiempo y sí en cambio una herramienta para despertar conciencias y alentar acciones de lucha solidaria es posible señalar con claridad al propagandista ácrata Rodolfo González Pacheco.
En efecto, con sus célebres Carteles, González Pacheco moviliza nuestra sensibilidad y pensamientos y nos interpela de modo tal que el pasaje a la acción solidaria es el lógico devenir de quien se acerque a sus escritos.
Rodolfo González Pacheco nació el 19 de agosto de 1882 en Tandil, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia con relativo buen pasar económico. Pero en su temprana juventud el encuentro y la lectura de unos folletos de propaganda anarquista dejados en un galpón de la chacra familiar por un grupo de peones golondrina despertó su sensibilidad rebelde y con los años se convirtió en uno de los difusores más importantes del ideario anarquista en la región del Río de La Plata.
Artículos en periódicos, análisis de la situación social y obras de teatro con un estilo personalísimo fueron surgiendo de su pluma apasionada.

El comienzo
En un viaje a Buenos Aires el joven Rodolfo tomó contacto con los periodistas y dramaturgos anarquistas Florencio Sánchez y Alberto Ghiraldo y conoció al poeta Evaristo Carriego, y el vínculo con estos escritores militantes lo estimuló a escribir incansablemente.
Como afirma uno de sus biógrafos, Alfonso Rey, en sus Estampas bravas, Pacheco fue adquiriendo una conciencia social cada vez mayor. “La realidad ha herido sus ojos y oprimido su corazón, y de esa experiencia extrae una comprobación la terrible existencia de la injusticia y la fealdad circundantes en la sociedad”, afirmó.
Su espíritu poético reflejaría esto con imágenes de exaltado lirismo, de gran potencia, como es posible observar en su obra teatral Hermano lobo donde dice: “El anverso de la vida es la belleza pero el reverso es la justicia”. Belleza y justicia entremezcladas, dice Rey, son los elementos con que González Pacheco irá forjando su mensaje de amor y poesía. La realidad brinda los materiales.
En uno de sus Carteles González Pacheco expresa: “Nuestras ideas trabajan con la humanidad a la vista. No hablo de pobres ni ricos; hablo del Hombre”.
En La inundación, otra de sus obras de teatro dice: “El que monta su miseria o su riqueza creyéndose que va asentado en la vida es un zonzo que pedalea su zoncera. Si es pobre, cuesta arriba; si es rico, cuesta abajo. Pero igual de zonzo siempre…”.
En Hermano lobo González Pacheco sentencia: “La cuestión es más de alma y de sentimiento que de posesiones y de alcurnia como la quieren hacer creer algunos desesperados y engreídos”.

Una vida activa
En Reconstruir, Revista Libertaria Nº 90 de mayo-junio de 1974, Vladimiro Muñoz incluyó una exhaustiva cronología de Rodolfo González Pacheco, nuestro autor-militante.
En el año 1906, Rodolfo González Pacheco se encontró en Buenos Aires con los activistas ácratas Teodoro Antillí y Federico Gutiérrez, quien a instancias de Pacheco abandonó la policía, donde trabajaba, para hacer propaganda anarquista. Estos tres hombres fundaron los periódicos Campana Nueva y Germinal. También crearon un periódico satírico al que “bautizaron” La mentira, con el llamativo subtítulo de “Órgano de la patria, la religión y el Estado”.
En 1907, González Pacheco participó activamente de la huelga de inquilinos, conocida también como “la huelga de las escobas”, con la cual los habitantes de los conventillos, hartos de los abusos y el maltrato, generaron un movimiento de protesta de grandes proporciones.
El de 1907 sería el año en que vio la luz Rasgos, su primer libro de prosa y poesía.
El año 1908 fue muy importante para el movimiento anarquista. La Protesta se convirtió en diario matutino dirigido por Diego Abad de Santillán y en los mismos talleres gráficos se editó el vespertino La Batalla, cuya responsabilidad editorial asumió Rodolfo González Pacheco.
A raíz de sus intensas actividades de lucha y propaganda en las huelgas de 1909 y 1910, en 1911 González Pacheco cae preso de la oleada represiva gubernamental y es enviado a la cárcel de Ushuaia. A su retorno del maldito penal de la “Siberia argentina” fundó el periódico Libre Palabra y compartió con Alberto Ghiraldo y Teodoro Antillí la dirección del vocero anarquista La Protesta. Además, viajó a México para participar de la revolución en ese territorio, enviando crónicas sobre los hechos a España para el periódico Tierra y Libertad.
Desde 1911, dando conferencias, recorrió dando conferencias sitios tan alejados como La Habana (Cuba), Barcelona y diversas ciudades de Galicia.
El 16 de setiembre de 1916 la compañía teatral de Enrique Muiño y Elías Alippi estrenó su obra Las víboras.
En 1917 se fundó la agrupación anarquista La Obra, que publicó el periódico del mismo nombre y que González Pacheco y Antillí sostuvieron con la renta de los productos agrícolas obtenidos en una chacra que ellos mismos trabajaron en un ejemplo de ruptura con la falsa antinomia capitalista de trabajo manual versus trabajo intelectual.
En 1921, González Pacheco creó el periódico anarquista La Antorcha y desde allí acompañó las luchas del movimiento obrero y social de la región, denunció las matanzas de La Forestal y la Patagonia Trágica y participó activamente en la campaña por la libertad de Sacco y Vanzetti, condenados a la silla eléctrica en Estados Unidos.
Cuando comenzó la Guerra Civil en España (1936-1939), viajó a bregar por la revolución libertaria en la península ibérica.
La vida y la obra de Rodolfo González Pacheco son tan vastas que resulta muy difícil resumirlas en pocas líneas. La intención de esta columna es llevar a los lectores al encuentro con los escritos de un ser humano que tuvo el coraje de enfrentarse a los poderosos con ideas claras y contundentes.

Teatro y periodismo
Las obras de teatro de Rodolfo González Pacheco hacen vibrar al lector y despertaban en el público singular pasión por reflejar y denunciar las injusticias sociales, convocando a luchar para construir una sociedad sin amos ni dioses, sin explotadores ni explotados. Pueden mencionarse entre otras Juana y Juan, El hombre de la plaza pública y Hermano lobo.
Los Carteles fueron publicados por editorial Américalee y reúnen semblanzas de luchadoras y luchadores sociales, críticas y reflexiones.
La existencia de Rodolfo González Pacheco se apagó el 5 de julio de 1949 en Buenos Aires a las once de la mañana. Vladimiro Muñoz afirma que fue cremado y sus cenizas se mezclaron para siempre con la tierra rojiza que había traído de la España libertaria donde había estado aportando como uno más a la revolución y la lucha antifascista.
El legado de Rodolfo González Pacheco continúa vigente.
En su cartel “Gualeguaychú” dice: “No van a ser nuestros huesos los que se alzarán de la tierra sino nuestros pensamientos de amor, de paz y de vida libre. Caigamos, pues, por algo más que por odio o por venganza: ¡Por la libertad, que ha de perdurar eterna más allá de nosotros, más allá de los tiranos, más allá siempre!”.

Fuente: http://www.elciudadanoweb.com/luchador-social-anarquista-dramaturgo-y-periodista/



domingo, 5 de octubre de 2014

Entrevista a Pilar Sánchez Fernández: “Abrieron los talleres porque no había ropa para mandar a las trincheras”

Por Diego Gerardo Naselli
Profesor en Historia

Pilar Sánchez Fernández sosteniendo su retrato.
Este mes de noviembre (2011) se recuerdan los 75 años del inicio de la defensa de Madrid durante la Guerra Civil española y  Huellas de la Historia entrevistó a Pilar Sánchez Fernández, española afiliada a la C.N.T. y costurera de uniforme para los defensores de Madrid, sobreviviente de la Guerra Civil y emigrada a Argentina. Con 92 años de vida, Pilar Sánchez vive en Córdoba desde los ’50 y llegó a Argentina junto a su esposo Florencio Alonso Vega, mendocino y excombatiente republicano en España.
A través de la entrevista a Pilar Sánchez, homenajeamos a todas aquellas mujeres que lucharon como milicianas en la defensa de Madrid y también a todas aquellas mujeres que, en la retaguardia, fueron el sostén de las fuerzas republicanas que se enfrentaron a la rebelión fascista.

D.N.: ¿Cómo fue su vida al comienzo de la guerra en Madrid?
P.S.: Cuando empezó la guerra la zona que vivíamos fue bombardeada y donde no bombardeaban se metían los militares y quitaban las maderas de las ventanas para calentarse. No teníamos ventanas más que los huecos y así nos metimos mi madre y yo. Con sábanas, con mantas, con todo tapábamos en la noche las aberturas, no había ventanas, ni puerta, ni nada, era la calle Orgaz número 6 al lado del río Manzanares. Después, nos fuimos a la casa de unos tíos míos en la calle Leganitos [sic], un señor que hacía botas de vino y pellejos de vino, que vivían al frente de una sección de policía. Allí, cuando era la guerra, cayo una bomba, mitad de la casa voló y de la policía parte pero pudieron seguir allí pero a nosotros nos trasladaron a la casa de un señor que el padre fue el primero que vino con un barco a la Argentina y lo tenían hecho de tamaño más pequeño en su casa, no nos dejaban más que verlo. Nosotros estábamos en un sótano, en un sótano he vivido a partir de cuando nos fuimos de mis tíos; póngase que dos años y medio viví en un sótano con una ventanita arriba que daba a la calle para que entrara un poquito de aire. Allí vivimos tres familias, una se llamaba Colao [sic] de apellido y nosotros que éramos Sánchez.

D.N.: ¿En qué años vivió en el sótano?
P.S.: Creo que fuimos al sótano terminado 1937 pero cuando entraron ellos en 1939, cuando entraban las tropas mataban a personas en las calles y se escondieron en las ventanas y los fascistas tiraban. Nosotros vivíamos en la calle Covarrubias con el paseo Sagasta, el paseo por donde entraban los que se retiraban del frente. Cuando los retiraban del frente tenían que venir por la calle Sagasta para entrar y nosotros estábamos en la calle Covarrubias pero como había terminado la guerra nos subíamos a los pisos de arriba porque la gente de esos pisos había desaparecido. Estábamos todos los de los sótanos, nos subimos a ver y entonces me pillo con fiebres de tuberculosis y mi madre tenía que pagarle dos huevos al médico para que me trajera algún medicamento o un pedazo de pan, este tipo de cambio se tuvo toda la guerra.

D.N.: ¿Dónde trabajó durante la guerra?
P.S.: Trabaje en Intendencia Militar y antes de Intendencia Militar estuve en el Sindicato -tenía que haber empezado por ahí-. Yo no tenía los 16 años y mi hermano mayor me anotó en el Sindicato C.N.T. [Confederación Nacional del Trabajo] que tiene la fama de ser anarquista pero también hay republicanos.

D.N.: ¿Qué trabajo hacía en el Sindicato?
P.S.: Antes de empezar la guerra ya era socia y cuando se dio el levantamiento fui y me dijeron: «como no te podemos mandar a otro lado porque no tienes los 18 años vas a ir a una comandancia para atender que es lo que pasa». Me fui a un pueblo llamado Lozoyuela, del partido de Madrid pero a las afueras, es un pueblecito pequeño. En ese lugar, yo estaba solamente para vigilancia de los representantes de ese pueblo pero -también si puedo decir la verdad- había unos fascistas. Allí estábamos dos porque nunca mandaban a una sola a ningún sitio y una vez que se pasaban cartas unos a otros para llevarlas, le dije a mi compañera: «qué te parece Socorro (se llamaba María Socorro pero la llamábamos Socorro), –digo- mira han estado escribiendo y he oído que uno había dicho que no lo vean las chicas, escóndelo» y lo pegaron debajo de la mesa. Cuando se fue uno y el otro dormía en la Intendencia, se levantó Socorro, lo sacó, yo sabía poco leer y veo que daban cita a los fascistas por el sitio que tenían que entrar para tomar al pueblo.

D.N.: ¿Les avisaban a los fascistas por donde ingresar?
P.S.: Por donde tenían que entrar, eso fue en el pueblo de Lozoyuela, en la casa del cura. No vivía allí el cura pero era la casa de él. Después, ya vino mi padre y hablo con ellos y les dijo que no podía quitarme si era mi gusto pero que no le gustaba que estuviera afuera de Madrid. Entonces volví al Sindicato y los del Sindicato me mandaron a Intendencia Militar y lo que allí hacíamos era la ropa para los militares, éramos cuatrocientas mujeres más los hombres que cortaban y preparaban.

D.N.: En Intendencia Militar ¿confeccionaban la ropa?
P.S.: Allá fabricaban la ropa. Para cortar había hombres y, cuando se fue aprendiendo, también mujeres pero, por lo menos, 380 estaban en máquinas trabajando, la mujer que hacía las mangas no hacía la espalda.
En Intendencia Militar abrieron esos talleres porque no había ropa para mandar a las trincheras y para que salieran más pronto hacíamos así, eran 380 en máquinas, más los cortadores, preparadores y ahí una de nosotras hacía las mangas, otra preparaba la espalda con el delantero, otra ponía los bolsillos; la ropa iba corriendo además porque estábamos muy juntas, si yo ponía, yo armaba pero todo estaba dispuesto sobre pies que habían puesto y se fabricaba toda la ropa. No hubo otro sitio que fabricara en Madrid, nada más que allí, todos los días la misma cosa. Los talleres estaban frente a la Puerta del Retiro madrileña, que eran unos garajes antes de la guerra, los garajes Trema donde se exhibían los coches nuevos que salían. Había que ir por la calle Alcalá, la Puerta Alcalá, frente al Retiro que queda a la derecha y nosotros estamos a la izquierda.

D.N.: ¿Cuánto tiempo trabajó en Intendencia Militar?
P.S.: Toda la guerra menos cuando me enferme con tuberculosis. Trabaje en la Intendencia Militar hasta que terminó la guerra, allí ya me empezaron a pagar los aportes sociales, luego seguí trabajando en “Cantero y Olona”, así se llamaban los dos dueños que había en la calle Carretas que daba a la Puerta del Sol. Me cruzaba la calle a la Plaza Mayor para tomar el tranvía pero cuando conocí a mi marido, me iba caminando, no había plata para pagar dos [boletos]. Yo decía: «Vamos a ir en el tranvía» porque a lo mejor tuviera para ir en el tranvía y él me decía: «Y si vamos dando un paseo». Lloviendo o con nieve nos íbamos caminando.

D.N.: La gente del gobierno ¿visitaban la Intendencia?
P.S.: Si, estaban los militares a cargo de ello y además, cada tanto, nos hacían una reunión para la producción de trabajo. A la que no sabía y estaba aprendiendo no podía hacer lo mismo que la que supiera, eso se lo he dicho yo mil veces: «hágala trabajar dos horas más pero no le quite el sueldo» porque la que no hacía la cantidad que nos decían, ponte que teníamos que hacer seis pantalones en siete horas de trabajo, se lo descontaban del sueldo, entonces había mucha unión entre las que cosían más ligero y menos ligero; una le hacía una pata, la otra le ponía el cierre pero para que esa persona hiciera la misma cantidad porque había muchas que no sabían ni enhebrar una aguja. Muchas veces nos hablaban, se ponía un militar y nos decía: «Tienen que entender que no es culpa mía, si a mi me piden cien porque están desnudos en el frente, si no llevo los cien mañana o pasado, aunque ustedes no los hacen, yo tengo la culpa, así que tienen que hacer todos los días su cantidad y una patita más y lo dejan ahí a su lado y mañana ya tienen una patita», nos aconsejaban muy bien, la verdad que si, no tuvimos ningún problema en ese curso de trabajo, yo no tuve ningún problema, nada más que cuando me clavaron la navaja.

D.N.: ¿Eso fue cuando ya terminó la guerra?
P.S.: No, no, en guerra, yendo de mi casa a trabajar, te perseguían gente joven, gente vieja. Yo venía un día por la Plaza Mayor y de allí me fui al Arco y veo que me dicen «Hola, ¿cómo te va?», me clavo la cuchilla. Era una navaja, me la clavo en la espalda y yo sentí tal dolor hasta que llegue al trabajo toda sangrada pero yo no me veía nada más y me dolía. Me caigo en el trabajo y me atendieron bien, me anestesiaron para que no me diera cuenta lo que me había pasado, las trabajadoras que estaban allí lavaron la ropa, cuando yo me di cuenta estaba como cuando venía de casa, nada más, solo con la rota y la puñaladita pero me dijeron que al entrar al trabajo me había caído porque tuvieron que hacerme radiografías por si había quedado alguna cosa dentro, de ahí fue de lo que ya me vino la tuberculosis, casi fue al terminar la guerra, en febrero de 1939. Y en el Metro, muchas veces no se podía viajar porque cuando te veían fuera del trabajo te seguían y te quitaban del medio, así que se sufrió mucho porque había que caminar, porque se comía poco, la verdad y te voy a decir algo de más gravedad, donde yo vivía era en el Puente Toledo pegado al Manzanares, en la calle Orgaz. En el Manzanares y la arboleda iba mucha gente a pasear en el verano pero lo que te iba a decir es algo muy triste porque en la carretera a Andalucía, hacía la derecha había un cementerio, en ese cementerio se sacaban a los presos, como que los iban a trasladar a otro sitio, los llevaban a ese cementerio y los mataban y los tiraban al río. Nosotros vivíamos tan cerca del cementerio y unas a otras se llamaban diciendo «mira, hoy van cuatro; ahí va uno; ahora van dos», eso fue muy triste porque de todo lo que he pasado en la guerra lo más duro fue ver a mi madre cuando venía del trabajo con todos los vecinos ahí tirados recogiendo los cadáveres.

D.N.: En Madrid hubo muchos líderes como La Pasionaria(1) ¿pudo escuchar sus discursos?
P.S.: Si, si, porque éramos del grupo de los primeros que ya antes de empezar la guerra estábamos con el movimiento de los estudiantes, eran bravos los estudiantes de aquella época pero también los que más dieron la cara.

D.N.: ¿Tuvo trato personal con La Pasionaria?
P.S.: No, La Pasionaria -yo te voy a ser sincera- no simpatice nunca con ella porque era la mandona de todas las inocentes. Todas íbamos detrás de ella pero ella de defender, lo que se dice, del obrero, “castañas”. En fin, ella fue la mujer que llamo la atención para todo, y para todo también se la dio el escape.
Yo no tengo nada en contra de esa mujer. Una sola vez, en una manifestación estuve con ella porque salíamos de trabajar de la Puerta del Sol y ella estaba entrando de la Plaza Mayor y como yo trabajaba al costado de Gobernación nos manifestó y todos los que salíamos de trabajar nos juntamos, cosa que no gustaba a la mitad pero lo hacía porque era ella la que mandaba. Sin saber lo que nosotros queríamos, nos decía: «rompan esa vidriera, rompan lo otro», a lo mejor empezaba ella con el dedo a tocar pero no romper, que rompan los demás y como yo hubo muchas que no lo hubiéramos querido hacer, lo que pasa que ella era una mujer o muy descarada o muy sabidonga [sic] o tenían alguien que la llevaba, eso tampoco lo puedo decir porque no lo se.

D.N.: ¿En qué año vinieron a Argentina?
P.S.: Yo aquí llegue en enero de 1952, estuve siete años casada en España. Yo me case en 1944, después de tres años de novio, de compañía como hablando de la guerra y todas esas cosas y de lo que a uno le gusta. Yo me case en 1944, en diciembre del 1944.

D.N.: ¿Vinieron en el vapor Córdoba?
P.S.: Ahí teníamos que venir, en el Córdoba y ¿sabes dónde vinimos? mi marido arriba, en el techo y yo con una familia porque ese barco, no se que le paso y no llego, entonces teníamos que estar un mes allí, esperando que estuviera arreglado y nos subieron en otro. A mí me conformaron con una familia argentina, de Buenos Aires, porque como era sola me quedaba con una señora que venía con dos niños y a mi marido lo pusieron arriba.

Nota:
(1) Dolores Ibárruri Gómez, llamada la Pasionaria fue una dirigente comunista española (1895 - 1989). Nació en una familia minera y se interesó por la lucha obrera bajo la influencia de su marido, un militante socialista. Biografías y Vida, Dolores Ibárruri – La Pasionaria, [en línea], 2004, www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ibarruri.htm

sábado, 4 de octubre de 2014

Dardo Cúneo, intelectual argentino

Escritor, periodista, fue defensor del socialismo democrático del país

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ - El País - 16 ABR 2011

Dardo Cúneo
Si los viejos luchadores se merecen un homenaje, nadie más apropiado para recibirlo que Eduardo, Dardo, Cúneo, militante socialista, escritor, periodista y erudito argentino que falleció ayer en Buenos Aires, a los 97 años. Dardo Cúneo, como siempre firmó y se le conoció, fue un incansable luchador que estuvo presente durante décadas en la vida intelectual y política de Argentina como ensayista y comentarista político.

En diciembre de 2003, con ocasión de su 90º aniversario, fue objeto de un gran homenaje en la Biblioteca Nacional, donde se abrió una exposición titulada Militante de la utopía. En otro acto público, al que acudieron periodistas, como su amigo Rogelio García Lupo, y políticos, como Rubén Giustiani, presidente del PS, Cúneo recordó algunos aspectos de su azarosa vida. Entre otros, la crónica que envió el 30 de julio de 1936 al diario Crítica, de Buenos Aires, desde un barco en el que viajaba rumbo a su admirada II República Española y que, en una escala y al conocerse el golpe de Estado militar, fue tomado por su tripulación y llevado a un puerto leal en lugar de ser desviado a Canarias, como quería su capitán. Un camarero republicano tomó el mando del Santo Tomé se llamó aquella crónica, la primera de las muchas que escribió durante la Guerra Civil.

De vuelta a Argentina, Dardo Cúneo, defensor del socialismo democrático, se implicó en el movimiento reformista universitario y alternó el trabajo en las redacciones con la publicación de una larga lista de libros de ensayo y biografías, entre ellas una especialmente apreciada que vinculaba a Sarmiento y a Unamuno.

Cúneo participó en la victoria de Arturo Frondizi como presidente de la Republica Argentina, que gobernó entre mayo de 1958 y marzo de 1962, cuando fue derrocado por un golpe militar. Frondizi está considerado como el mayor impulsor del desarrollismo argentino. "Era la posibilidad de realizar una socialdemocracia criolla. Por eso estuve allí", explicó años después en una entrevista. Sin embargo, aceptó un cargo como embajador en la OEA que le ofreció el Gobierno posterior.

Cúneo criticó duramente al justicialismo y al general Perón, pero, dada su radical independencia, sus relaciones con el pequeño Partido Socialista y con el radicalismo, con el que también estuvo implicado, no fueron tampoco siempre buenas. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores durante cuatro periodos.

Con el regreso de Perón, decidió irse a vivir a Venezuela, pero volvió a Argentina, en 1979, para encontrarse con la dictadura militar, que detestó. No fue hasta la presidencia del radical Raúl Alfonsín cuando se le empezaron a reconocer sus méritos, con el premio de la Sociedad General de Autores y del Fondo Nacional de las Artes.

Fuente:http://elpais.com/diario/2011/04/16/necrologicas/1302904801_850215.html


David Kraiselburd: una vida entregada a la defensa de la libertad

Hoy se cumplen 100 años de su nacimiento. Un repaso por los puntos salientes de su historia.
Diario EL DÍA - 01 de julio de 2012

David Kraiselburd
Formado en los principios de la Reforma universitaria, vivió y murió para defender la libertad. Participó como protagonista de un siglo marcado muchas veces por la violencia y la intolerancia, frente a las que nunca vaciló en oponerles la firmeza de principios humanísticos y democráticos. David Kraiselburd, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 100 años, se situó desde joven -y allí se mantuvo para siempre- en el cruce de las grandes tendencias sociales, políticas y culturales de la humanidad. Pero junto a esa cualidad, desarrolló también un pensamiento profundamente solidario a fin con tendencias del socialismo y con una especial admiración por los llamados utópicos o libertarios. Su amigo y ex vicerrector de la Universidad Nacional de La Plata, Aquiles Martínez Civelli, lo definió así hace tres décadas: “El era de una mentalidad universalista que promovía una justicia social creciente, una libertad creciente, una humanización creciente y entendía que todos los caminos hacia ello pasaban por la República y por la Democracia”. Su idealismo despertó en la adolescencia, cuando era alumno del Colegio Nacional y, por caso, convocó a sus compañeros para protestar contra la ejecución de Sacco y Vanzetti, ordenada en Estados Unidos por una justicia que buscaba repudiar toda reivindicación obrera.

VOLUNTARIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Años después David Kraiselburd se sintió atraído por el llamado que los republicanos españoles les hicieron a los intelectuales del mundo. Luego de mencionar los casos de Andre Malraux y Ernest Hemingway, en su libro “Los argentinos y la guerra civil española” (Editorial Contrapunto), Ernesto Goldar detalla que, entre otros, estuvieron para hacer presente su solidaridad Roldolfo González Pacheco, el periodista José Gabriel, el poeta Raúl González Tuñón, el periodista David Kraiselburd y el ensayista Dardo Cúneo. Por su parte, en la más vasta nómina publicada en el libro “Voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española”, editado por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, se menciona a David Kraiselburd en el listado. Pero fue el platense José María Lunazzi, joven libertario también en las filas republicanas, quien en numerosas charlas y publicaciones dejó testimonio de la presencia de David Kraiselburd en la Guerra Civil Española. Son varios los documentos que registran esa presencia en el conflicto español, un tema seguramente doloroso en su memoria y sobre el cual -como de muchos otros- no hizo relatos en primera persona. Ya en la Argentina, José Grunfeld, en el libro “Memorias de un anarquista”, dice: “El espíritu libertario alcanzaba a numerosos afiliados del Partido Socialista o gente independiente, como el Dr. David Kraiselburd”.

EL PERIODISTA
Había ingresado a El DIA en 1928, cuando aún no había terminado el bachillerato, para ocupar pronto altas posiciones, en calidad de redactor y editorialista, enriqueciendo las páginas del diario con su colaboración siempre vigorosa. Se destacó además por el acierto para encarar los más diversos temas a tono con el pensamiento y la tradición del diario, de plena identidad con los intereses públicos. Había nacido en Berisso y cursado estudios en el Colegio Nacional, donde se forjó al calor de profesores de la talla de Martínez Estrada, Henriquez Ureña, Magliano, los Marasso, Grinfeld y Sánchez Viamonte. Allí también encontró base para fortalecer su pensamiento libre y el pluralismo que llevaba consigo cuando inició su trayectoria en este diario. Acompañado durante décadas por su esposa, Antonia Suñol, formó aquí su familia. Graduado de abogado en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales en 1932, luego cursó Historia en la facultad de Humanidades y colaboró con la Universidad Popular Alejandro Korn (UPAK). Le tocaría más tarde asumir la defensa de los intereses del diario en situaciones críticas, en las que exhibió su capacidad jurídica. Sobre el rol jugado por David Kraiselburd en la Universidad, el ex gobernador bonaerense Anselmo Marini recordó en 1999: “En su paso por la universidad, se sumó sin vacilaciones a los debates del movimiento estudiantil. Impulsó la vigencia de la reforma de 1918 con la convicción de los iniciadores del Movimiento Reformista de Córdoba”. Reintegrado ya a EL DIA luego del paréntesis que le impuso la intervención estatal de la empresa, que había sido dispuesta en la primera mitad de la década del 50, Kraiselburd asumió en 1962 la dirección del diario e impuso una línea de conducta inquebrantable, de la que no claudicó jamás. Tenía plena conciencia de su responsabilidad y solía decir que era muy duro consigo mismo. Desempeñó la dirección con el criterio amplio de servir a los intereses argentinos, pero por sobre todas las cosas con el espíritu de un servidor local, de un platense consustanciado con todo lo que esta ciudad significa en lo cultural, en lo social y en lo económico. En 1963, David Kraiselburd escribió un párrafo definitorio: “En una hora como la actual, en un mundo como el que vivimos y en un país como el nuestro, sólo tiene razón de ser vital, sólo se justifica la dignidad de nuestro oficio ejerciendo un periodismo comprometido. Comprometido como forzosamente tiene que ser la vida misma cuando hay ideales y cuando a la comodidad y al conformismo se los margina con un quehacer sereno, firme y rectamente orientado. Periodismo comprometido en defensa de la libertad, que es condición para su misma existencia, en defensa de los principios democráticos, en defensa de la justicia, en la defensa de todos los derechos esenciales de toda comunidad, que hacen y garantizan honorables condiciones en lo espiritual y material. Y compromiso también en la salvación de la moral ciudadana, que debe relucir con más pureza cuando más encumbrada sea la posición que se ocupe”. Cuando en 1973 el gobierno resolvió prohibir a las agencias internacionales proveer información nacional, algo que en la práctica equivalía a dejar a los diarios del interior del país con la agencia estatal de noticias como única fuente de información nacional, la iniciativa y empuje de David Kraiselburd evitaron que ello ocurriera. En pocos días, varios diarios argentinos confluyeron para crear la agencia Noticias Argentinas. Kraiselburd asumió la presidencia de la empresa, sin ninguna retribución y sin abandonar su labor en EL DIA.

ENFRENTADO AL AUTORITARISMO
A poco de asumir como director en este diario, David Kraiselburd no tardaría en demostrar con hechos hasta qué punto era capaz de refrendar su compromiso con los más altos ideales periodísticos. Fue en junio de 1966 cuando, horas antes del derrocamiento del presidente Arturo Illia, llegó a la redacción de EL DIA la proclama de los golpistas, que ningún medio había divulgado cuando ya estaba próximo el golpe militar. El diario lo publicó como denuncia de lo que se aproximaba, ante la indiferencia o el apoyo de gran parte de los argentinos. David Kraiselburd decidió asumir el riesgo y eso determinó que, luego, los detentadores del poder intentaran confiscar el diario. Había que “dar la cara”, como era siempre su elección, afrontar el desafío sin temor, cuando estaban en juego los principios. Su oposición a los golpes de Estado había sido permanente. Pero le esperaría ya entrada la década del 70 una prueba mayor. En esa época seguía creciendo la amenaza que significaba el poder adquirido por los representantes de actitudes sectarias, empeñadas también en controlar las universidades, que luego serían intervenidas también por el poder militar. El diario, y particularmente quien era responsable de la línea editorial enarbolando principios de la reforma universitaria, se convirtieron así en un obstáculo también para quienes decían luchar por la “patria socialista”. El director de EL DIA, que caminaba solo cotidianamente desde su casa al diario, fue un objetivo fácil para los violentos. A quienes le recomendaban prudencia o le señalaban el peligro que corría, les contestaba que esconderse era ceder el campo a la intimidación y el único camino era “dar la cara”. Entonces fue primero secuestrado y luego asesinado.

Fuente:http://www.eldia.com.ar/edis/20120701/david-kraiselburd-vida-entregada-defensa-libertad_-septimodia1.htm


jueves, 2 de octubre de 2014

Los últimos del 'Massilia'

Buenos Aires homenajea a los intelectuales gallegos que se exiliaron allí en 1939.
Pasajeros del buque se convirtieron luego en figuras de la cultura argentina. No fueron bien recibidos pero un periodista logró que se quedaran.

JOSÉ LUIS ESTÉVEZ - El País - Buenos Aires - 10 NOV 2009

Cuando llegaron eran un grupo de rojos que despertaban desconfianza pero siete décadas después se han convertido en una referencia imprescindible para una ciudad que tiene en la vida cultural una de sus divisas. El Gobierno de Buenos Aires rindió homenaje la semana pasada al grupo de emigrantes españoles, muchos de ellos artistas, periodistas e intelectuales, que llegaron al puerto de la capital argentina en el vapor Massilia el 5 de noviembre de 1939. Entre ellos se encontraban el periodista y editor Arturo Cuadrado Moure, el escultor Alberto López Barral, el pintor Ramón Hidalgo Pontones y los autores teatrales Pascual Guillén y Salvador Valverde. La mayoría se quedaron definitivamente a vivir en Argentina y algunos se convirtieron en figuras destacadas de la cultura del país austral.

La historia que tuvo un final feliz estuvo a punto de contar con un desenlace muy distinto. El Massilia había partido de la costa francesa y tenía como destino final Chile. Para dar una idea del escaso entusiasmo que despertaba la llegada del barco a Buenos Aires basta con recordar un titular de un diario porteño de esa época: "No permiten ni asomarse a los ojos de buey a los intelectuales españoles en tránsito".

Dos de los pasajeros del Massilia, Francisco Villaverde y Salvador Valverde -cuarto y quinto por la izquierda-, en el acto en Buenos Aires. / R. C.DOS DE LOS PASAJEROS DEL 'MASSILIA'

Pero otro periodista, el uruguayo Natalio Botana, director y fundador del mítico diario Crítica, tenía simpatías hacia la República y conocía a algunos de los integrantes del pasaje del Massilia. Todas las fuentes coinciden en que sus gestiones fueron las que permitieron que el grupo de españoles pudiese desembarcar y quedarse a vivir en Argentina. La leyenda dice incluso que Botana utilizó para sus fines la importante suma de dinero que había ganado esa tarde de domingo en el hipódromo con uno de sus caballos, de nombre Romántico, que resultó vencedor en la carrera más importante de la temporada en Buenos Aires. Nadie puede atestiguarlo ni desmentirlo con certeza pero lo importante es que consiguió su objetivo y permitió a los españoles quedarse en la ciudad.

Durante el homenaje celebrado el pasado miércoles en la sede del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, estuvieron presentes dos de las pocas personas que formaban parte del pasaje del Massilia y todavía permanecen vivas. Uno de ellos es Francisco Villaverde, que contaba 14 años en aquella época y viajaba en compañía de toda su familia. Su padre, Elpidio Villaverde, había sido alcalde de Vilagarcía de Arousa y diputado en las Cortes republicanas. A sus 84 años explica que, además de él, dos de sus hermanas que le acompañaban en ese viaje todavía viven en Buenos Aires. "Agradezco mucho que se nos rinda este homenaje después de tantos años", comenta.

Su familia se quedó para siempre en Argentina y sus padres murieron en el hospital del Centro Gallego de Buenos Aires. De aquel viaje, Villaverde recuerda que la travesía fue plácida, salvo una tormenta frente a las costas brasileñas, y que hizo buenos amigos en el barco como Salvador Valverde, que entonces también era un niño y que acabó dedicándose al periodismo. Él fue otro de los pasajeros del Massilia que estuvo presente en el homenaje. En su intervención, recordó que el barco estuvo a punto de no salir de Francia por el miedo que tenían a los submarinos enemigos. "La única enfermedad que tuvimos durante el viaje fue la submarinitis", señaló Valverde en tono jocoso.

La directora general de Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, Liliana Varela, destacó que los exiliados se convirtieron en una fuente de "resistencia cultural" frente al franquismo. "Esta conmemoración también sirve para recuperar lo que significo la República en aquel momento. Nos agrada que en España se apueste ahora por la recuperación de la memoria histórica", indicó Varela. Otro gallego que asistió al acto fue el consejero de Trabajo de la Embajada de España, Guillermo Hernández Cerviño, quien reconoció la labor de los intelectuales españoles en el exilio.

Buenos Aires también rindió homenaje a la Federación de Sociedades Gallegas por su trabajo a favor de la recuperación de la memoria histórica y del legado cultural y social de la República. Francisco Lores, presidente de la entidad, reclamó la organización de un homenaje a todos los exiliados españoles tras la Guerra Civil, en una intervención que concluyó con un sonoro "¡viva la República!".

El Massilia tuvo una vida mucho más breve que la mayoría de los exiliados que llevó en aquel viaje. Surcó el Atlántico durante apenas veinte años. La madre de Carlos Gardel, Bertha, y Marcelo Torcuato de Alvear, presidente argentino, fueron algunos de sus ilustres pasajeros. En 1942 los alemanes convirtieron al barco en un hotel flotante y acabaron por hundirlo antes de huir de Marsella, en 1944.

Fuente: http://elpais.com/diario/2009/11/10/galicia/1257851903_850215.html



miércoles, 1 de octubre de 2014

Informar desde el frente: corresponsales de Crítica en la Guerra Civil española

Por Diego Naselli Macera
Licenciado en Historia
  
Desde los primeros meses de transcurrida la guerra en España, el periódico argentino Crítica dirigido por el empresario periodístico uruguayo Natalio Botana se posicionó a favor de la victoria de la República sobre el levantamiento rebelde y, a través de sus páginas, transmitió esa posición a sus miles de lectores principalmente bonaerenses. Si bien las primeras informaciones llegaban mediante agencias de noticias y el diario contrataba a diferentes escritores para redactar editoriales y columnas de opinión sobre el conflicto bélico, el director de Crítica tomó la decisión de enviar un corresponsal a la zona republicana para observar e informar directamente desde el frente de guerra y para ello primero se eligió al escritor de tendencia trotskista José Gabriel López Buisán, quien llegó a España a finales de 1936 para establecerse en Barcelona y recorrer el frente de Aragón. En la Ciudad Condal, José Gabriel intenta entrevistarse con el presidente de la Generalidad de Cataluña Lluís Companys y, en territorio controlado por los anarquistas, logra reunirse con Buenaventura Durruti, a quien acompaña al frente de guerra y se mezcla entre los milicianos de la Columna Aguiluchos.
Con el transcurrir del conflicto en España, la dirección del diario Crítica decide enviar a otro reconocido escritor como Cayetano Córdova Iturburu, quien pertenecía al plantel de periodistas del diario y estaba afiliado al partido comunista argentino desde 1934. El 15 de febrero de 1937, Córdova Iturburu como corresponsal de guerra para el diario Crítica parte desde el puerto de Buenos Aires en el barco Florida rumbo a Francia junto a otros argentinos que marchaban a España para ponerse al servicio del gobierno republicano. Ya durante el viaje por mar, Córdova Iturburu escribe artículos para Crítica donde trasmite su solidaridad con la causa gubernamental y su apoyo al pueblo español en lucha.
Córdova Iturburu con uniforme
de miliciano republicano
En marzo, el «Florida» hace puerto en Marsella y Córdova Iturburu junto a otros argentinos cruzan los Pirineos en dirección a Barcelona para reunirse con autoridades republicanas. En la capital catalana observa el desfile del Batallón de la Muerte comandando por el anarquista italo-argentino Cándido Testa y escribe para Crítica el artículo periodístico «Hacia el Ejército Popular». El próximo punto de su itinerario español fue Valencia donde Córdova Iturburu se entrevista con dirigentes políticos y militares como así también con milicianos, obreros y campesinos; y visita el Cuartel de Otumba para reunirse con prisioneros fascistas italianos apresados en la zona de Guadalajara.
Ya en Madrid, el corresponsal de Crítica se instala en el Palacio de Zabalburu, sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, y logra visitar acompañado por el general Walter y el comandante Gustavo Duran Guadalajara donde las tropas republicanas habían vencido a las tropas italianas del CTV. Para trasladarse por el frente madrileño al igual que al resto de los corresponsales extranjeros, Córdova Iturburu es conducido en un automóvil del Departamento de Prensa del gobierno republicano presenciando los bombardeos rebeldes sobre la ciudad y visitando el sector de trincheras controlado por el poeta holandés Jef Last. Sin embargo, para mediados de 1937 cruza a Francia para regresar a España como miembro integrante de la delegación argentina de escritores para participar del II Congreso de Intelectuales Antifascistas.


Mientras Córdova Iturburu regresaba a Buenos Aires, el subdirector de Crítica y periodista Eduardo Bedoya interrumpe su luna de miel en Francia para internarse en España llegando hasta Valencia con el objetivo de entrevistarse con el presidente del gobierno español Manuel Azaña. Esta entrevista con el presidente Azaña tenía la intensión de trasmitirle la necesidad de una intervención directa de la República española sobre la política argentina a través del nombramiento de un nuevo embajador que tome partido en las futuras elecciones presidenciales de nuestro país para conseguir el apoyo internacional de un gobierno sudamericano. Con la visita de Bedoya a España la dirección del diario Crítica mostraba abiertamente su decisión de apoyar la causa gubernamental en el conflicto bélico y de intervenir en la política argentina para conseguir la victoria de un partido o frente de partidos adherentes a la causa republicana española.
Con el desarrollo de la guerra en España y la paulatina derrota de la República, el diario Crítica continúa enviando corresponsales para mantener informado a sus lectores desde el mismo lugar del conflicto además de seguir manteniendo contacto con los principales líderes y políticos republicanos. Hacia mediados de 1938, el diario argentino envía a Barcelona al periodista Horacio Taborda, quien no solamente debía informar del conflicto bélico sino también reunirse con Lluís Companys y brindar conferencias sobre el apoyo del pueblo argentino a la causa gubernamental como la conferencias realizada en el Casal de la Cultura titulada “El sentido de la ayuda a España de la República Argentina” donde comenta sobre el arduo trabajo que el campesinado argentino está realizando para enviar al  pueblo español trigo, carne, azúcar, ropa y zapatos. Estos contactos entre periodistas de Crítica y destacados líderes republicanos permitió que en enero de 1939 el director del diario argentino Natalio Botana se reuniera en Buenos Aires con el exministro de la República Indalecio Prieto, quien había sido comisionado por el gobierno republicano para buscar apoyo internacional a la partida de refugiados españoles. A partir de ese momento, el diario Crítica comenzó una intensa campaña para ayudar y recibir a huérfanos e intelectuales españoles en Argentina que perduró incluso ya finalizado el conflicto bélico. El corresponsal del diario encargado de narrar los sucesos vividos por los refugiados españoles en los campos de concentración franceses fue Guillermo Delgado, estudiante y representante de la Federación Universitaria Argentina, que permaneció junto a otros combatientes argentinos hasta su repatriación. La campaña a favor del viaje de refugiados a Argentina se vio consumado por la llegada del vapor Massilia que tenía entre sus pasajeros a cientos de intelectuales españoles que se establecieron en nuestro país.

Natalio Botana, director del
diario Crítica
La guerra civil española fue un acontecimiento por el cual la dirección del diario Crítica decidió tomar partido y trasmitirlo a sus lectores y, como lo expreso Helvio Botana: “Mi padre convirtió la guerra española en un problema argentino, pues así se lo tomó... Por influjo de Crítica nuestra población tomó partido en pro o en contra de Franco. Así fue, en toda la República una beligerancia polémica nos invadió. Y como en toda guerra, hubo hechos notables y ridículos; abnegados y aprovechados. El “no te metas” desapareció. La Argentina vibró y se vivió pasionalmente un suceso que fue nuestro”.