domingo, 2 de noviembre de 2025

Una militante comunista de todas las luchas

 Por Daniel Campione


Desde el combate en el plano internacional contra el fascismo y el nazismo hasta el trabajo cotidiano con los metalúrgicos de La Matanza, Raquel Levenson transitó más de cuatro décadas de militancia ininterrumpida. La universidad, la educación partidaria y los barrios fueron también escenario de sus combates cotidianos.

Numerosos comunistas argentinas y argentinos fueron a España para dar apoyo al esfuerzo de guerra contra el fascismo. Viajaron varias mujeres, a algunas de las cuales ya nos hemos referido. Raquel Levenson fue una de ellas. Se dirigió a la península ibérica siendo muy joven, con poco más de 20 años.


Los inicios en Córdoba y Avellaneda

Pese a su juventud ya tenía por entonces vasta trayectoria como militante. Su compromiso político surgió a los 14 años, poco después de trasladarse a Córdoba. Raquel ingresa a la Federación Juvenil Comunista. Su hermano Gregorio ya estaba integrado a esa agrupación.

Con él reparten volantes en la fábrica de aviones cordobesa, como parte de un trabajo centrado en el proletariado fabril. Interesada por la economía Ingresa a la facultad de ciencias económicas de la universidad local. En ese ámbito su hermano se hallaba a la cabeza de la filial Córdoba del movimiento estudiantil comunista Insurrexit.

Eran los años de mayor radicalización ideológica y política de los partidos comunistas, los de “clase contra clase”. El activismo estudiantil de ese signo peleaba por introducir la lucha de clases en el campo universitario y oponerse por todos los medios a las corrientes que consideraban reaccionarias. Los dos Levenson dedicaron parte de sus empeños a esa brega estudiantil.

Sin terminar su carrera Raquel, que había nacido en San Fernando, regresa al gran Buenos Aires, siempre con Gregorio. Viene en búsqueda de trabajo y lo consigue en una empresa de calzado en el partido de Avellaneda. Hay testimonios de que en su paso por esa localidad se destaca como organizadora y oradora de la juventud comunista. Junto a su hermano organizan el Centro de Estudiantes Universitarios de Avellaneda.

Siempre destacó como oradora. Cuando los trabajadores del frigorífico o de talleres metalúrgicos salían de sus trabajos, lanzaba fogosas arengas que llamaban a la organización del proletariado y la lucha por el socialismo.

Según el testimonio de Gregorio: “…en nuestra actividad de agitación y desafiando el terror de Justo, organizábamos mítines callejeros en los que mi hermana Raquel era la oradora infaltable, subida a un cajón, custodiada por una guardia de autodefensa integrada por rusos y polacos (…) antes de que llegara la policía, ya habíamos desaparecido. Aunque no siempre fue así, más de una vez nos sorprendió a mitad del acto y la guardia, con una fidelidad a toda prueba, contenía a los esbirros mientras nosotros huíamos cuando podíamos”.

Cabe señalar que esas actividades se desenvolvían bajo gobiernos represivos, tanto el nacional de la llamada “Concordancia”, como el de la provincia de Buenos Aires, encabezado por el ultraconservador Manuel Fresco. El PC no gozaba de legalidad y las acciones militantes implicaban un riesgo permanente de detención, vejámenes y torturas. Eran tiempos de la Sección Especial de la policía, dedicada al “combate al comunismo”.

La militancia se extendía también a labores culturales. Con Gregorio se suman a la Biblioteca de Estudios para Después del Trabajo, en Avellaneda. Allí se realizan cursos, se invita a destacados conferencistas y se difunde parte de lo mejor de la literatura universal. Un exponente claro de la vocación por el trabajo cultural de la izquierda de la época.

El máximo responsable del trabajo juvenil comunista en esa zona era Juan José Real, con quien Raquel estableció una relación afectiva. Junto con Real decidirían tiempo después el traslado internacionalista de ambos a tierras hispánicas para la defensa contra los golpistas. Salieron para España en abril de 1937.


En España contra el fascismo, en la U.R.S.S. contra el nazismo

Una vez allí, Levenson realizó tareas de organización en las juventudes socialistas unificadas (Jsu) por diferentes lugares de España.  Las JSU provenían de la fusión entre las organizaciones juveniles del partido comunista y del socialista. Una vez unidas existió un predominio muy fuerte de la línea comunista.

También se desempeñó en el comité central de la Unión de Mujeres Antifascistas.  Durante la lucha alternó estadías en Madrid con visitas a los combatientes de pueblos cercanos a la capital.

Al final del conflicto, embarazada, salió el último día de la guerra por el puerto de Alicante. Un gesto del capitán del barco británico Stanbrook la salvó de quedar en tierra a merced de los fascistas. Tal como les ocurrió a millares de españolas y españoles que buscaban salir del país. Al notar su estado el comandante del navío, a punto de zarpar, bajó la planchada para que ella subiera. Todo en medio de los ataques de aviones fascistas.

El buque la dejó en Orán, Argelia, y de allí pudo partir hacia la Unión Soviética, donde se desenvolvería otro período decisivo de su trayectoria social y política. Por su condición de cuadro comunista un barco la condujo hacia Odessa. Se estableció en Moscú con su hijo Alberto y fue incorporada a la llamada Escuela internacional de marxismo-leninismo, dirigida por Georgy Dimitrov, autoridad decisiva en el movimiento comunista de esa época.

En ese instituto se formaban cuadros de diferentes países y en particular de los latinoamericanos. Estuvo en funciones desde 1926. Allí se brindaba una enseñanza muy intensa y exigente, pensada para “revolucionarios profesionales” dedicados por entero a la vida de partido, tal como sin duda lo era Raquel.

Ya con el ejército rojo en guerra es trasladada a orillas del Volga para ser instructora político-militar de las tropas. Durante la resistencia de Moscú al asedio de las tropas nazis toma parte en las tareas civiles que permiten la organización y la subsistencia de quienes vivían en la ciudad.

Las amarguras de la derrota profundizaron el distanciamiento preexistente entre Raquel y Real. Tanto en la militancia como en la vida cotidiana tomaron rumbos diferentes. Esa distancia se vio ratificada luego por los itinerarios políticos respectivos.

 Real fue expulsado del PC, siendo secretario de organización del partido, a principios de la década de 1950. Se lo acusó de haber conducido a esa fuerza a una política concesiva frente al peronismo. Levenson continuó con su actuación partidaria comunista hasta el fin de su vida, como veremos más adelante.


De regreso al país y a la organización estudiantil y obrera

En 1947 Raquel retorna a Argentina. A esa altura ya contaba con un gran bagaje político:  La actuación como oradora en Dock Sud, Sarandí y otros barrios obreros de Avellaneda. La animosa participación en la guerra de España hasta el final del conflicto. Y último y no menos importante, el rol jugado en la defensa de la Unión Soviética frente a los nazis.

En nuestro país se la incorpora al secretariado nacional de la Federación Juvenil Comunista. Gregorio, con el que había desenvuelto codo a codo buena parte de su vida política, había sido expulsado hacía poco del PC. El motivo fue su adhesión al peronismo, en el que permanecería desde entonces. La diferente posición frente al naciente movimiento político afectó la relación entre los dos hermanos.

Durante los años del primer peronismo actúa en un frente de masas llamado Unión Patriótica de la Juventud. También en relación con la Federación de estudiantes secundarios de Buenos Aires. La integran a la comisión nacional de educación del partido y luego es designada a cargo de educación en la provincia de Buenos Aires.

Más tarde vuelve al trabajo territorial y local, esta vez en La Matanza, como secretaria general del PC en ese municipio. Allí retoma la relación con la actividad gremial y asume tareas en una coordinadora de comisiones internas metalúrgicas de esa localidad.

Ya arribada la dictadura del general Juan Carlos Onganía, participa en la organización de comisiones fabriles antidictatoriales, siempre en La Matanza. Así forma parte del vasto y diverso espacio de protestas y rebeliones que desencadenarán el fin del “onganiato”.

A mediados de 1967 vuelve a la U.R.S.S. y pasa una temporada allí. Escribe artículos elogiosos sobre las realizaciones económicas y políticas soviéticas para periódicos partidarios argentinos como Nuestra Palabra y Frente Único. No permanece allá mucho tiempo y regresa al país y a La Matanza con el ímpetu que generaba el declive irreversible de la dictadura y la radicalización de las luchas en todo el país.

Raquel no contó con mucho tiempo más para batallar en el proceso social y político. A principios de la década de 1970 le diagnosticaron un cáncer imposible de contrarrestar y murió en 1971, a los 56 años. De ese algo más de medio siglo de vida, había pasado 42 años en una militancia ininterrumpida, desde los albores de su adolescencia.


El legado y la memoria

El movimiento estudiantil reformista de Córdoba y la lucha contra sucesivos gobiernos fraudulentos y dictatoriales habían marcado su adolescencia y primera juventud. Las luchas obreras concentraron su atención en dos etapas diferentes y en distintas zonas del Gran Buenos Aires. Se enfrentó al fascismo en España y en tierras soviéticas. Las tareas educativas y de formación ideológica fueron otra de sus pasiones.

Valga el tributo para una vida transcurrida en el seno de combates inclaudicables. Felizmente no ha caído en el olvido. Al año siguiente de su muerte se publicó el folleto Raquel Levenson, ejemplo de mujer revolucionaria argentina, que puede conseguirse hasta hoy.

En el Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas, editado por CeDINCI  puede hallarse una entrada con su nombre que brinda amplia información, escrita por Damián Nabot.

Algo similar ocurre en el diccionario de voluntarios argentinos de la guerra civil española que es obra de Jerónimo Borágina. Hace muy poco, en mayo de 2025, el semanario comunista Nuestra Propuesta le dedicó un artículo recordatorio titulado Nuestra gran Raquel Levenson, de autoría de Emilia Segotta.

Es un camino que debe continuarse y profundizarse, como con tantos otros militantes, para que sus nombres no se borren de la historia.


Enlace de la página original: https://huelladelsur.ar/2025/10/03/una-militante-comunista-de-todas-las-luchas/

¡Que vivan los estudiantes!

Por Daniel Campione


Un dirigente estudiantil cordobés, de militancia comunista, jugo un papel relevante durante la guerra civil española, como propagandista de guerra y nexo entre los jóvenes argentinos e hispanos.


Guillermo Delgado nació en San Fernando del Valle, la capital de Catamarca. Se mudó a Córdoba a la hora de comenzar sus estudios universitarios. Inició allí los cursos de Medicina. Para cuando comenzó la guerra civil española llevaba varios años afiliado del Partido Comunista.


Un dirigente estudiantil cruza el océano.

Partió hacia España como representante de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC y la Federación Universitaria Argentina (FUA), en marzo de 1937.

Por su formación médica también tomó parte del grupo de facultativos que encabezaba el psiquiatra, también cordobés, Gregorio Bermann. Trabajó en estrecho contacto con otro psiquiatra del grupo, Bernardo Serebrinsky, con quien recorrió diversas ciudades de España.

En Madrid, el estudiante Delgado quedaría afectado a otras tareas. Participó en emisiones radiales del programa La voz de España, que se emitía de lunes a sábados a las 10 de la noche. La audición estaba dirigida tanto a la juventud hispana como a una audiencia latinoamericana.

También se une a una visita a Guadalajara del grupo teatral La Barraca, el mismo que había dirigido Federico García Lorca. Destinatarios prioritarios de ese viaje eran los soldados del reciente Ejército Popular de la República que en esa zona habían alcanzado un resonante triunfo frente a tropas fascistas italianas que intentaban tomar Madrid desde allí.

Delgado se convierte también en corresponsal para el periódico vespertino Córdoba. Sus temas eran la juventud y el estudiantado español y su actuación en el conflicto bélico. Destaca la valentía de los estudiantes, algunos de los cuales se convierten en jefes militares.

Entre sus escritos como corresponsal se recuerda en particular el titulado “España, escuela teórica y práctica de la juventud”, dedicado a los jóvenes argentinos. Se erige así en un propagandista de primera línea de la causa republicana.


Talentoso propagandista.

Esa labor es reconocida, unos meses después de su llegada a la península, con un cargo de alta responsabilidad en la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH), central en la que es designado a cargo de la sección de propaganda, con rango de secretario.

También es puesto al frente de la organización de un congreso latinoamericano de estudiantes que tuvo lugar en Valencia.

El objetivo de los escritos de Delgado dirigidos al estudiantado argentino era estimular la solidaridad con España en lucha contra los golpistas. Y con una mira más amplia, orientar a los jóvenes a encarar una batalla contra el fascismo de alcance mundial Con ese encuadre, también predicaba el combate al gobierno fraudulento, anticomunista y represor que encabezaba el general Agustín P. Justo.

A finales de 1937 el dirigente cordobés se casa con una compañera de la lucha antifascista. La elegida es Sofía Poliak, también argentina, que representaba al Comité de Mujeres pro Huérfanos Españoles y había viajado al país ibérico en compañía de Delgado.

Entretanto en nuestro país el movimiento universitario comunista terminaba su cambio de orientación hacia el movimiento reformista, que hasta 1935 era rechazado por el comunismo, imbuido de la política de “clase contra clase”. El dirigente argentino, disciplinado militante, se ajusta a esta nueva línea.


Firme hasta el final.

A comienzos de 1938 y luego de la costosa derrota en Teruel, la causa republicana se hallaba en retroceso. Sin perjuicio de ello, la propaganda antifascista mantenía la predicción del triunfo final de la república.

En esas circunstancias desfavorables, el cordobés redacta otra de sus piezas periodísticas apreciadas. Nos referimos a “Cartas de España”. Allí presenta a los países fascistas como próximos a experimentar una crisis económica de tal magnitud que amenazaría la estabilidad de sus regímenes. Realiza un llamado a universitarios y trabajadores argentinos a no desalentarse y confiar en la futura victoria de los leales.

Sigue pregonando con convicción el triunfo de las fuerzas defensoras frente a la invasión fascista y estimula la conformación de nuevas instancias de solidaridad internacional contra las tropas ítalo-germanas y sus aliados reaccionarios del interior de España.

El dirigente estudiantil no se retiró de la península desde mucho antes del final de la contienda, como muchos otros. Permaneció allí mientras las fuerzas republicanas evolucionaban cada vez con mayor claridad hacia la derrota. Ni siquiera abandonó el país en octubre de 1938, cuando el gobierno de Juan Negrín intentó atraer simpatías internacionales mediante la evacuación de los voluntarios extranjeros.

Para inicios de 1939 todavía quedaban extranjeros entre las fuerzas republicanas, y entre ellos se contaban algunos argentinos, como Guillermo y su esposa. Ya camino a Francia ellos aún visitaron instituciones como los comedores infantiles de Barcelona. Se retiran bajo promesa de seguir la lucha por la república. Caída Barcelona Sofía logra llegar a Marsella, y embarcar hacia Buenos Aires.

Delgado en cambio permanece junto a los demás argentinos, que son internados en el campo de Saint Cyprien, ya en territorio francés. Allí se torna en corresponsal del diario argentino Crítica para informar sobre los padecimientos de los refugiados, los malos tratos de las autoridades francesas y la falta de atención de los funcionarios de la cancillería argentina., Éstos eran de simpatías más cercanas a los reaccionarios triunfantes que a los “rojos” derrotados.

Finalmente regresó a Argentina, donde siguió en los primeros tiempos con la denuncia de los maltratos a los republicanos prisioneros. Su nueva vida en el país incluyó el estudio de la abogacía, disciplina en la que se graduó. Y también la posterior separación de Sofía.

Miembro de la misión médica argentina, dirigente estudiantil y apasionado propagador de la causa republicana merece el recuerdo de sus compatriotas y de los republicanos españoles. Asimismo suscita aprecio la entrega y pertinacia con la que se esforzó en pro de la lucha antifascista, desde los primeros meses de la guerra hasta después de su final, en defensa de la causa de los refugiados.


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Hemos utilizado para la elaboración de esta nota, el Diccionario de Voluntarios de Argentina en la guerra civil española, de Jerónimo Borágina y el artículo “Guillermo Delgado: un estudiante cordobés en la Guerra Civil española”, de Diego Gerardo Naselli Macera, publicado en Revista Deodoro, Gaceta de crítica y cultura, Universidad Nacional de Córdoba Argentina, Noviembre de 2013, Año 4, n° 37.

Esta nota es resultado de la preparación de la columna del autor en el programa Memoria en rojo, amarillo y morado, a emitirse el 24/10/2024.


Enlace del artículo original: https://huelladelsur.ar/2024/10/22/que-vivan-los-estudiantes/

Un argentino jefe en el ejército de la república

 Por Daniel Campione

Un argentino llegó a elevados puestos de mando en distintos frentes de la llamada guerra civil española y dejó un valioso libro acerca de su experiencia.


Víctor De Frutos nació en 1906,​ en Rosario. Con sus padres españoles, viajó a España junto a su familia cuando tenía 8 años. ​ Pasó su juventud en Madrid, en el barrio de Carabanchel. Trabajó como chofer. En 1933 se afilió al Partido Comunista de España (PCE), en una vinculación militante que resultó duradera. ​

La guerra.

Tras el golpe reaccionario de julio de 1936 se unió a las milicias republicanas. Participó en la creación del batallón «Primero de Mayo», conformado por trabajadores de su barrio, Carabanchel.

 Tomó parte en la batalla de Madrid​ durante la cual ejerció el mandó del batallón mencionado. Así estuvo en un puesto de mando entre las tropas que enfrentaron el avance de los sublevados en los suburbios de la capital.

También en la capital española tomó parte en la defensa de un sector de la Ciudad Universitaria. Allí fue herido y luego recibió una medalla de honor por su desempeño.

Más adelante, en pleno proceso de formación del Ejército Popular de la República, pasó a mandar la Cuarta Brigada Mixta. Las brigadas mixtas eran unidades militares que combinaban en su seno distintas armas (infantería, artillería, tanques) así como servicios auxiliares. Con ella siguió en el llamado frente del centro.

Luego fue enviado al frente del norte (Vizcaya, Santander y Asturias), donde mandó una brigada vasca y después una división completa. Resultó herido durante los combates, por lo que tuvo que ser evacuado y sustituido. Con posterioridad regresó a la zona centro-sur (Madrid, Castilla la Nueva, Extremadura, Murcia, parte de Andalucía), donde ejerció de nuevo el mando de una división, la décima, con la que intervino en diversas operaciones en Extremadura.

En los primeros días de marzo de 1939, sobre el final de la guerra, fuerzas de su división tomaron parte en el aplastamiento de la sublevación a favor de los franquistas de la Base Naval de Cartagena, ​ quizás el último éxito militar de las tropas republicanas.


Exilio y regreso.

De Frutos, que continuaba como militante comunista, marchó al exilio al final de la contienda. Partió recién el 28 de marzo de 1939, el mismo día de la rendición de Madrid. Lo hizo en un vuelo rumbo al norte de África que aterrizó en Orán, Argelia.

Ése fue   sólo un destino provisorio, ya que al poco tiempo  se dirigió a la Unión Soviética. Allí se estableció el grueso de la dirigencia del P.C.E, así como un conjunto de cuadros medios y jefes militares. En la U.R.S.S. asistió a una escuela de formación política.

Durante la segunda guerra mundial, De Frutos se integró a la defensa contra la invasión nazi. Lo hizo a cargo de un batallón integrado por excombatientes hispanos en la defensa de Moscú.

Más tarde tomó rumbo a nuestro país, en 1943. donde se instaló. Habría sido enviado a América Latina para actuar en las relaciones de la Unión Soviética con los partidos comunistas del cono sur.

Argentina vivía entonces bajo una dictadura militar que practicaba un furioso anticomunismo. Fue detenido en 1944 y sufrió torturas. Lo liberaron al año siguiente. Prosiguió con su militancia en el Partido Comunista de la Argentina.

Tras la revolución cubana, en 1962, viajó a Cuba como parte de una delegación.

Ya no dejó nuestro continente hasta su muerte en 1968 en Montevideo.


El libro.

Dejó testimonio de su paso por el frente republicano en un libro publicado el año anterior a su muerte, en 1967. Se tituló Los que no perdieron la guerra. El mismo fue editado en Buenos Aires por la editorial Oberon.


La obra relata toda la experiencia militar de De Frutos a lo largo de la guerra de España. No pretende ser un libro de historia sino un testimonio sobre acontecimientos y personajes de la guerra. A veces en tono anecdótico, otras con intención aleccionadora.

Buscó dotar al texto de atractivos literarios, a través de una narración muy vívida, que refleja el clima y los estados de ánimo tan peculiares de una encrucijada bélica. Y le da al conjunto un aire épico, orientado al rescate de los combatientes “de a pie”, jóvenes obreros o campesinos que se jugaban la vida en la lucha contra el fascismo.

El libro no profundiza en análisis o críticas. El autor aparece animado por las ideas y posturas del comunismo y las asume a pleno.

Entre los escritos que han elaborado argentinas y argentinos que se encontraron en España durante el conflicto, éste destaca por provenir de alguien que pasó casi todo el tiempo en el frente de batalla. Y en el ejercicio de puestos de mando. Que sepamos no ha sido reeditado.

Sería deseable que alguna editorial volviese a publicar los varios volúmenes de autores argentinos y argentinas que evocaron su actuación en la España en guerra.

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Hoy perviven referencias de acceso público a la memoria del combatiente y escritor. Ha merecido una entrada en Wikipedia. El sitio de Facebook llamado Biblioteca de la Guerra Civil Española le ha dedicado a su vez un comentario. De allí hemos obtenido información acerca del que fuera su único libro.

Está incluido también en el Diccionario de voluntarios de Argentina en la guerra civil española, valiosa fuente de datos acerca de centenares de argentinos y argentinas que estuvieron en España, a la que utilizamos para esta nota.


Enlace de la nota original: https://huelladelsur.ar/2024/10/01/un-argentino-jefe-en-el-ejercito-de-la-republica/